Hoy es la fiesta. Hace mucho calor. Mi madre disfraza a Sara con alas de
hada y un inusual vestido de tirantes. Después la maquilla. Ella se
cambia la raya de lado dejando el cabello suelto sobre su espalda. Yo
tengo que ponerme de largo, como un ninja. Nos abraza con cuidado,
rogándonos que nos portemos bien: papá está nervioso porque quiere
causar buena impresión. Al salir, nubes negras presagian tormenta y mamá
se queda llorando porque no ha logrado disfrazarse.
Cuando llegamos, los Fernández reciben encantados a mi padre. Enseguida
se pone el traje de payaso y se dibuja la enorme sonrisa roja. Todos,
niños y mayores, rien alborozados con él.
Suena un trueno y comienza a llover. Pedrito y su primo proponen que
salgamos al jardín, a desafiar a los relámpagos. Me niego e intento
disuadirles, pero ellos nos arrastran fuera, llamándonos cobardes. La
lluvia nos empapa; los brazos de Sara se despintan y florecen los
cardenales de su blanquísima piel. Al escuchar su llanto, algunos
invitados acuden preocupados. Un silencio espeso nos rodea: rezo
asustado para que nadie se empeñe en quitarme la ropa mojada.
Tras el ventanal, se invierte la sonrisa de papá resquebrajando su máscara.
Relato presentado el mes de febrero (Tema: ...en la fiesta de máscaras) al IV certamen de relato corto para mesilla de noche de Esta Noche te cuento (http://estanochetecuento.com/17-la-curva-de-su-sonrisa/ )
No hay comentarios, así que yo misma te comentaré. La verdad, esperaba más de ti.
ResponderEliminarLa curva de mi sonrisa también se ha invertido contigo. Pero de todo se aprende.