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lunes, 22 de septiembre de 2014

Despojos



Desde la nube

“Deberías airearte un poco”, me repetían continuamente. Pero cuando me esfumé no supieron qué hacer con mis partículas.


El santo

Deberías airearte un poco, le susurro soplándole suavemente el polvo del flequillo. Pero, claro, solo es un modo de hablar: en realidad es mejor que no le saque fuera, donde el sol y el viento pueden desmoronar la paz de su cuerpo incorrupto. Mamá dice que manteniéndolo en casa nunca borraremos todo el daño que nos hizo, pero al menos nos indemnizará. Y es que se nos ha ocurrido cobrar entrada a los que quieran ver el milagro.

Remedios

“Deberías airearte un poco” me recomendó el médico. Desde entonces comencé a subir todas las tardes a la torre del campanario. Me ha cambiado la vida: ahora ya sé dónde va Marta cuando dice que va a misa, por qué Felipe ha dejado de hablarme y quién me mandaba los mensajes anónimos que me volvían loco. Mañana subiré a airearme con la escopeta de caza.   




Relatos presentados a la Semana 3 de la VIII Edición de Relatos en Cadena (http://escueladeescritores.com/concurso-cadena-ser/ )

lunes, 15 de septiembre de 2014

Despojos



Picnic
Como un bigote a lo antiguo, debajo de la nariz, una oruga peluda se detiene tras haber recorrido su cara. Fascinado por su atrevimiento, sigo contemplando sus evoluciones mientras todos dormitan bajo los árboles. La imagino entrando por el orificio, progresando hacia el cerebro para, allí, hacer un capullo y transformarse en una mariposa de colores que llene su mente de pensamientos hermosos.  De repente, María abre los ojos y grita aterrorizada: no sé si ha notado el bicho, si se ha asustado al verme tan cerca o si ha sido otra de sus horribles pesadillas con el tío Paco, pero la oruga sale volando sin necesidad de metamorfosis.


De su capa un sayo
Como un bigote a lo antiguo, debajo de la nariz, lucía una extraña marca de nacimiento. Según las malas lenguas , la culpa fue de su madre por encapricharse de un francés con mostacho. No había maquillaje, crema ni injerto que pudiera con ella: resurgía impertinente a sombrearle el labio, afeando su delicada belleza para espanto de cualquier  pretendiente.  Fue entonces cuando Manuela decidió borrar una letra de su nombre y rehacer su vida bajo el brillo de un tricornio.

Lecciones tempranas
Como un bigote a lo antiguo, debajo de la nariz, comenzó a chorrearle la sangre tras el puñetazo. A nadie se le ocurrió tenderle un pañuelo, nos quedamos hipnotizados, como si estuviéramos viendo una película. Entonces alguien gritó llamando a la profesora y  nos dimos cuenta de que la cosa iba en serio. A Luis le expulsaron durante una semana, pero cuando volvió, todos nos apartamos de su camino y nadie quiso volver a jugar con él a los chinos.



Relatos presentados a la Semana 2 de la VIII Edición de Relatos en Cadena (http://escueladeescritores.com/concurso-cadena-ser/ )

lunes, 8 de septiembre de 2014

Despojos



Amor ciego
Ella no tiene habilidad ninguna para recogerse el pelo, pero no es culpa suya; de pequeña siempre se lo cortaban como a un chico. Bueno, también la vestían como a un chico y le regalaban balones de fútbol: en realidad creo que antes era un chico, aunque cuesta creerlo, porque es la mujer más bonita que he visto en mi vida. Al menos eso me parece a mí, cuando la brisa permite vislumbrar su sonrisa al apartar de su rostro  esas  greñas espesas.

Contención
Ella no tiene habilidad ninguna para recogerse el pelo y eso me desespera. Le regalo cintas, horquillas, diademas y gomas, pero las pierde todas. O al menos eso dice.
Sus mechones se burlan de mí: los  que caen en rizos sobre sus orejas me llaman maniático, los de la frente, perfeccionista y los de la nuca… los de la nuca  son los peores, porque me recuerdan  desafiantes que una vez cedí a la tentación de acariciarlos y confesarle que la amaba.

De looks
Ella no tiene habilidad ninguna para recogerse el pelo, pero a ninguno nos importa porque mientras quita el polvo, cuida el jardín o cocina, canturrea. Antes, cuando la tía Julia venía a hacernos la comida y Pepita limpiaba la casa, se empeñaba en raparse la cabeza y ponerse un pañuelo. En esa época nunca cantaba.

Relatos presentados a la Semana 1 de la VIII Edición de Relatos en Cadena (http://escueladeescritores.com/concurso-cadena-ser/ )



martes, 2 de septiembre de 2014

El abuelo Jesús



   Mi abuelo tenía un morirse especial que encandilaba a cualquiera.
   Su historial cataléptico comenzó de bebé, cuando mi bisabuela creyó escuchar sus llantos entre los sollozos generales del velatorio y se empeñó en rescatarle del minúsculo ataúd; desde entonces, nunca supieron discernir cuando moría en serio o en broma.
  Según relataban, durante la guerra los enemigos fingían dispararle por el mero placer de verle desplomarse con aquel arte y buen fallecer que congraciaba a ambos bandos, fundiéndolos en un aplauso sincero.
   Por eso no dimos importancia a que quedara tendido en el jardín, con la flecha de ventosa en la frente, cuando nos llamaron para merendar. Al anochecer, la abuela lo instaló en el salón para que pudiera ver las noticias si despertaba.
  Pasados cuatro días sin que tocara el mando a distancia, empezamos a preguntarnos si  se habría muerto de verdad, aunque el médico fue incapaz de certificar su defunción definitiva, porque su corazón latía una vez cada dos horas impulsado por la firme convicción de la abuela de que volvería a vivir.
   Sin embargo, cuando de la flecha que nadie le había arrancado brotaron hongos azules, yo comprendí  que ya estaba cansado de morir tantas veces por nosotros.




 Relato presentado el mes de Septiembre a ENTC (Tema; tras la batalla...)
http://estanochetecuento.com/3-el-abuelo-jesus-eva-garcia/comment-page-1/#comment-100595