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viernes, 9 de diciembre de 2022

Amanece metrópolis

 

 


Espiral mágica

 Decidí darle algo que aliviara su desconcierto.

―Como una bola ―respondí cuando preguntó cómo me sentía. La vi relamerse ante la presa conocida y, muy ufana, teclear un diagnóstico en mi informe. Algún trastorno alimenticio, supuse. Dejé que soltara la habitual catarata de recomendaciones, contesté un par de preguntas más y asentí cuando fijó la nueva cita sin ninguna intención de volver por allí. Ella también formaba parte de la espiral que giraba alrededor mío y hacía que pareciese que yo me movía. Pero yo estaba paralizado, como la bola del colgante hipnótico de mi cuarto, dejando que el mundo me envolviera suavemente. A esa bola me refería.

 Volví a casa a tumbarme en la cama y no hacer nada. Mi madre me miró esperanzada y logré dibujar una sonrisa que me libraría de su empeño en revivirme durante otra temporada. El colgante giraba con la brisa de la ventana abierta, la bola seguía allí, engañando con el efecto óptico, sin hacer esfuerzos. De pronto una urraca, deslumbrada por sus brillos, se abalanzó sobre mi espiral y la arrancó para llevarla al nido. Sentí un pánico absurdo y corrí a ver hacia donde iba. No lo pensé ni un instante cuando eché a volar tras ella.

 

 

 

https://amanecemetropolis.net/espiral-magica/ 

miércoles, 19 de octubre de 2022

Bichos

Foto: Nuria Vázquez
  Decían que mi abuela Asun había dejado de hablar el verano en el que una plaga de gorgojos acabó con las reservas de harina de maíz que guardaba con celo en la despensa  para hacer sus famosas tortas de Navidad. Nunca más quiso cocinar dulces: sus piernas se volvieron  pesadas y sus brazos se hicieron lentos, como si el pequeño ejército de bichos la hubiera derrotado por dentro sin remedio.

  Yo siempre la conocí silenciosa, arropada en su toquilla de lana y con algún animal en su regazo. A veces era un gato que bufaba y no nos dejaba acercarnos a ella. Otras, un perro amistoso que suplicaba caricias: entonces aprovechábamos para peinarla un poco. Las menos, una gallina del corral que nos miraba con ojos de loca mientras la abuela permanecía ensimismada escrutando el cielo: esos días nos sentábamos en círculo a sus pies esperando que alguna de las dos volara por fin. 

  El día que encontramos su sillón lleno de caracoles amarillos supimos que nunca más volveríamos a verla

Relato presentado a la séptima convocatoria de Esta Noche te Cuento 2022, inspirado en antepasados (https://estanochetecuento.com/26-bichos/ )
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viernes, 7 de octubre de 2022

Amanece metrópolis

                                                                       Terapia

  Me despertó un agradable rayo de sol en la cara, pero enseguida sentí el vértigo del vacío entre las manos. Aun así logré levantarme, escoger ropa diferente a la del día anterior y esquivar el cajón cerrado con llave. Mi madre desayunaba en la cocina: la vi muy envejecida. No me había fijado en que ya no se teñía las canas. Sin embargo rejuveneció al sonreír cuando comprobó que mi decisión era firme y comenté que la tostada, con esa mermelada de naranja, estaba exquisita. Me aseguró que era la de todos los días. Aluciné.

  Salí de casa sintiéndome desamparado, desnudo, indefenso, sin saber qué hacer con los brazos ni dónde posar los ojos. Apenas reconocía los colores de mi barrio. Había pájaros que cantaban, el aire olía a flores, la gente me saludaba y yo apenas recordaba quiénes eran. La inercia arrastró mis pies hacia el instituto. Vi a Rosi caminando delante de mí, aislada con sus auriculares, así que corrí hacia ella para explicarle todo. Me miró furiosa: no me perdonaría jamás haber sido ignorada durante quince horas. Por un instante tuve el loco deseo de arrebatarle el móvil: para que me escuchara, para contarle los motivos, lo del rayo de sol, lo de mi madre y la mermelada, lo de los pájaros, el aire, el barrio y los vecinos…o tal vez para pedirle que me dejara echar un vistazo a mis redes. Me sobrepuse. Ella siguió su camino con la vista en la pantalla tecleando, seguramente, un mensaje superficial a sus amigas sobre mi desfachatez.

 Entonces divisé a Lucía, esa chica rarita que ni siquiera estaba en el grupo de WhatsApp de clase. Leía un libro en un banco del jardincillo. Supuse que estaría esperando que se acercara la hora de entrar para no tener que coincidir con nadie en la puerta. Me sorprendió que me hiciera señas cuando se percató de que estaba solo. Me senté a su lado y empezó a hablarme con un tono sereno y palabras auténticas que de algún modo calmaron mi ansiedad. No podía dejar de mirar su boca. Nunca hubiera imaginado que unos labios y una voz pudieran ser tan deseables.

 

 

https://amanecemetropolis.net/terapia/ 

martes, 16 de agosto de 2022

In memoriam

 

 Añado a la lista no volver a burlarme de tu nariz. Este vestido tan ceñido me está matando, pero es perfecto. Busco las gafas negras. Ayer anoté lo de no disfrazar cebolla en la tortilla de patata, no resoplar cuando viene tu madre a comer, no planchar torcida la raya de tus pantalones, no escupir en tu café.

 Lo de no hacer cortes en tus cuerdas mejor lo omito.

 Aunque el sedán sería más adecuado para presentarme allí, cojo las llaves de tu todoterreno. Lo trajeron anteayer, cuando te declararon oficialmente desaparecido en la sierra. Siempre preferiste estar con tu amada montaña antes que conmigo ¿no?

 Decías que mi originalidad resultaba ridícula. Quizá tuvieras razón, pero me regodeo imaginando la escena: tu familia circunspecta, apenada en su justa medida, sin una lágrima fuera de lugar, ni aspavientos innecesarios, ni muestras de dolor indecorosas. Alternando sus miradas de desconcierto a tu inapropiada foto en el Mulhacén con las de odio a mi indumentaria amarilla. Boquiabiertos, escuchándome enumerar las pequeñas satisfacciones con las que me rebelaba a tu despotismo y prometer, riendo, que si regresas me enmendaré.

 Como si fueras a regresar. Como si alguien te esperara. Eso sí que sería ridículo.

 

 

 

 Relato presentado a la sexta convocatoria de Esta Noche te Cuento 2022, inspirado en regresos  (https://estanochetecuento.com/?p=56489&preview=true )

viernes, 5 de agosto de 2022

Amanece Metrópolis

 


Amarres

  No había luz, ni pasadizo, ni película con fotogramas a alta velocidad, ni seres esperando que me uniera a ellos en su eterna felicidad o martirio. Pero sí ingravidez y ligereza. Y la oportunidad.

  Y la aproveché, era la última. Recordé aquel sueño vívido con el que mi abuela dulcificó su partida y amortiguó mi dolor y quise hacer el mismo regalo a Sandra. Ella era valiente y sabría apreciar el gesto. Así que antes de volatilizarme del todo me acerqué a su almohada y  le susurré al oído lo mucho que la quería y que debía seguir adelante con su vida. Me despedí asegurándole que estaba en paz y le agradecí aquellos años de amor compartido. Sentí que su vello se erizaba y que sonreía en sueños: supe que me había escuchado.

  Me disponía a partir guardando aquella hermosa imagen de mi mujer dormida, cuando un hombre entró a la habitación por la ventana y se acercó a ella. Me resistí a la fuerza que tiraba de mí hacia arriba. La despertó y, haciendo caso omiso a mi cuerpo inmóvil y sin vida, la abrazó y se besaron en los labios. Ya no había ingravidez ni ligereza: sentí una ebullición pesada que me arrastró hacia el suelo. Entonces me fijé en el frasco vacío de somníferos en la papelera, los restos de leche de mi vaso y la indiferencia con la que Sandra y aquel desconocido comenzaron a desnudarse y  acariciarse a mi lado, sin imaginar que mi sueño, más que profundo, era eterno.

  Noté que las fuerzas que me arrastraban fuera de allí y las que me mantenían furioso junto a esa cama se habían igualado. Fue entonces cuando me convertí en lo que soy ahora. No sé cuál es el término correcto: un alma atormentada,  un fantasma atrapado en el limbo, un espíritu vengador. Da lo mismo. Sé que solo podré descansar cuando haya taladrado el oído de Sandra  un millón de veces con la última palabra que me hubiera gustado gritarle.

 

https://amanecemetropolis.net/amarres/ 

sábado, 23 de julio de 2022

Arcanos menores

  El aire y la luz en casa de la abuela siempre eran dulces: una de esas sensaciones que se adhieren a la memoria sin remedio y fijan los recuerdos con una pátina de nostalgia perenne.

  Maite, Fran y yo disfrutamos mil tardes en aquel rincón mágico y sosegado. Mientras nuestras madres jugaban a ser aristócratas con sus tacitas de té y sus partidas de bridge en el salón, nosotros mordisqueábamos rosquillas de anís, conteniendo el aliento para no derrumbar las torres de naipes construidas con las barajas que mi abuela guardaba en el baúl, inventando juegos de reglas inciertas adecuadas a nuestro capricho. Maite siempre se las apañaba para deslizar la reina de corazones en mi bolsillo, yo reservaba todos los diamantes para ella y ambas nos reíamos a carcajadas cuando Fran exhibía orgulloso el as de bastos, o el de oros, las cartas más poderosas del mundo.

  Entonces no hubiera podido predecir mi futuro: hastiada de copas, de reyes de bastos podridos de oro, sin ases en la manga, ni corazón en el pecho, ni un maldito trébol de cuatro hojas, mis muñecas entregadas al filo de una espada, decidida a vender el alma por revivir aquella antigua dulzura.
 
 
 
 

Relato presentado a la quinta convocatoria de Esta Noche te Cuento 2022, inspirado en naipes ( https://estanochetecuento.com/02-arcanos-menores/)  

viernes, 10 de junio de 2022

Amanece metrópolis


Rompecabezas

  Desde la hamaca del porche carcomido diviso una fila de hormigas cortadoras de hojas que están llevándose, página a página, todos los libros. Ayer traté de seguir el rastro de letras caídas por el jardín, pero apenas logré reunir un puñado de palabras sin sentido, huérfanas de autor y de obra, que habían quedado prendidas entre las margaritas.

  Hoy he encontrado unas sílabas escritas por ti en aquel papel rosado que tanto te gustaba.  Quizá sea la carta que hubiera deseado recibir cuando te marchaste. Tal vez no supe encontrarla. Desesperado, me he puesto a rebuscar entre las ruinas de la biblioteca y he ido recuperando cada trozo robado por los insectos. Pero, cuando junto los pedazos, sólo aparecen frases de amor  dedicadas a un  desconocido.

 

 

 

https://amanecemetropolis.net/?p=52812