Coartada
Su marido era insufrible, siempre nos dejaba a los demás en ridículo.
Apenas se podía creer que fuera tan perfecto: guapo, atlético, no bebía,
no fumaba, atendía a los niños, cocinaba, hacía la limpieza y la
compra, era un manitas, tenía un trabajo estupendo, preparaba unas
barbacoas de morirse y amenizaba las reuniones cantando con su guitarra.
Elisa era la envidia de nuestras mujeres y él un azote continuo a
nuestra cada vez más amenazada masculinidad.
Por eso, aquella tarde que nos lo llevamos de pesca, tras empujarle al agua, estuvimos esperando que emergiera tan campante.
Cómo íbamos a imaginarnos que no sabía nadar.
Relato ganador de la semana 18 de la XIV Edición de Relatos en Cadena de la SER y ganador mensual del mes de febrero.