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lunes, 22 de junio de 2015

Despojos



Objetivo indiscreto
Aquel ser diminuto que golpeaba la lente desde el otro lado estaba gritando algo. Primero me sorprendí y después me sonrojé. Aparté rápidamente la cámara de la margarita donde copulaban los escarabajos y fingí hacer una foto de las petunias a contraluz.

De ciencia indecente
Aquel ser diminuto que golpeaba la lente desde el otro lado era la peor bacteria con la que me había cruzado jamás: se le notaba en las mitocondrias. Sin embargo, tenía una pared celular iridiscente que enamoraba a cualquiera y me hacía soñar cada mañana con maravillosos mundos microscópicos. Por eso cuando el jefe me apremió sobre los resultados del aislamiento, le dije que aún no había encontrado nada.
 
Parte de guerra 
Aquel ser diminuto que golpeaba la lente desde el otro lado era mi único vínculo con la realidad. Su zumbido y su presencia me confirmaban que el mundo seguía ahí. Parecía empeñado en atravesarla para libar las lágrimas que destilaba el único ojo que supuse que me quedaba tras la deflagración. Me pregunté si tampoco tendría piernas ni brazos. Lo asombroso era no haber perdido las gafas.


El saltamontes
Aquel ser diminuto que golpeaba la lente desde el otro lado parecía amistoso. Levanté la lupa y le miré al natural. Medía no más de dos centímetros y era de color verde. No entendía sus señas, pero estaba claro que había salido de mi tazón de cereales. Traté de comunicarme con él chapurreando inglés, pero fue inútil. Sospeché que habíamos estado equivocados al imaginar a los extraterrestres como seres altos y humanoides invadiéndonos desde platillos volantes; era más terrorífica la posibilidad de que poseyeran nuestros cuerpos sin que fuéramos conscientes, como había estado a punto de pasarme a mí mientras desayunaba.




Relatos presentados a la semana 33 de la VIII Edición de Relatos en Cadena.  (http://escueladeescritores.com/concurso-cadena-ser/ )


martes, 16 de junio de 2015

Despojos



Pim pam pum
Volví a enfocar su figura uniformada en la mirilla del rifle y traté de corregir  la desviación del disparo anterior. Notaba la presión de su confianza en el brillo de sus ojos: deseaba aquel osito marinero más que nada en ese momento. Y yo sabía que mi puntería era  el mejor pasaporte para alcanzar sus labios.

Columbine
Volví a enfocar su figura uniformada en la mirilla del rifle y decidí que ya no iba a hacer falta bedel en el colegio.

Gamer
Volví a enfocar su figura uniformada en la mirilla del rifle virtual y me centré de nuevo en aquella guerra gráfica donde la sangre no manchaba de verdad las alfombras ni los sesos engrasaban irremediablemente el parquet. Cuando terminara la misión, sin más interrupciones, ya intentaría limpiarlo todo.
 
Buffalo Bill
Volví a enfocar su figura uniformada en la mirilla del rifle: abusando del brillo de sus medallas napoleónicas, acariciaba y besaba a Blancanieves detrás del seto. Sus amigas, la Betty Boop y Pocahontas, andaban buscándola hacía un buen rato. Ella estaba preciosa, pero él no dejaba de ser un patán con charreteras y sable. Disparé apretando el gatillo con rencor  y el corcho atado quedó colgando del cordel, tan insatisfecho e impotente como yo.



Relatos presentados a la semana 32 de la VIII Edición de Relatos en Cadena.  (http://escueladeescritores.com/concurso-cadena-ser/ )

lunes, 8 de junio de 2015

Despojos

Muñeca
Salió, sigilosa, a estirar las piernas, sin que él se percatara. Aún quedaban dos horas de partido y no la echaría en falta. La lluvia hizo que se sintiera más viva y útil que nunca. Después volvió a su rincón, un poco deshinchada y húmeda, como a él le gustaba.



Morbo
Salió, sigilosa, a estirar las piernas. Cruzó, temerosa, el puente prohibido. Llegó, jubilosa, a la puerta de él. Llamó, pudorosa, con el alma en vilo. Cayó, fulminada, dejando en la entrada el sigilo, el temor, el júbilo y el pudor. Volvió, cabizbaja, a su hogar, con la ropa estirada y las piernas encogidas.


A la fuga
Salió, sigilosa, a estirar las piernas. Caminó hasta el amanecer estirando también el alma, sus fuerzas y su voluntad. Y decidió no volver a aquel lugar donde todo se le encogía.


Depredador
Salió, sigilosa, a estirar las piernas y acabó gritando en la cuneta con el corazón encogido.





Relatos presentados a la semana 31 de la VIII Edición de Relatos en Cadena.  (http://escueladeescritores.com/concurso-cadena-ser/ )