Pulpos forasteros
―¡¡¡Socorro, un pulpo!!!― croó la roja ranita al toparse con
aquellos tentáculos de fuego malolientes. Al fijarse mejor, vio que tenía la
cabeza blanca incrustada en la tierra. <<Quizá haya caído del
cielo>> pensó mirando hacia arriba, donde solo vio robles y eucaliptos (aquellos
esbeltos árboles que le robaban la humedad).

¡Fusss……slurp……….glup!
militaris
La inquieta ardilla
observó aterrorizada aquella larga serpiente peluda que había salido de la
bolsa y consideró abandonar su nido: eran muchos los daños que se producían por
su culpa, muchas las bocas y ojos inexpertos que irritaban.
― ¿Vendrán? ―preguntó esperanzada a su bulliciosa vecina.
― Seguro ―graznó la urraca. ―Aquí, todavía, sí.
Y cuando, rozando
los fríos, el suelo se alfombró de un minúsculo ejército de orgullosos soldados
naranjas para proteger los pinos, un año más todos respiraron tranquilos.
Dos de los diez relatos presentados al primer certamen de micomicrorelatos (10-10-10) de la Asociación micológica San Jorge ( http://archivosdemicologia.blogspot.com.es/) y publicados en su primera recopilación como Ginebra Azul.