Escalas y valores
Cuelgan de las cuerdas de la del quinto violín unas
telarañas espesas que atrapan las notas desafinadas del clarinete y las improvisaciones
narcisistas del contrabajo. El director trata de esconderla al fondo para no
desconcentrarse con las hileras de blancas, negras y semicorcheas que flotan hacia
el instrumento evidenciando cualquier
fallo de interpretación. Ella
insiste en que no puede pasarle el plumero porque así garantiza el éxito de
todos los conciertos, pero la verdad es
que su imagen polvorienta y descuidada causa el rechazo de un público que parece
preferir que le torturen los tímpanos a que le ofendan los ojos con faltas de
higiene sobrenaturales.
Tradiciones
Cuelgan de las cuerdas de la del quinto unas sábanas
manchadas de rojo. Padre dice que así debe ser. Madre se santigua aliviada.
Fernando baja orgulloso a recoger el resto de sus cosas para mudarse
definitivamente con su nueva esposa.
Mientras, yo me deshago discretamente de los restos que mi
amiga Lucía, agradecida, ha deslizado esta mañana en mi mano: un tubo de
extracción con restos de sangre y el maldito test que había vuelto a virar al
rosa.
Noticiero vecinal

El juego de las prendas
Cuelgan de las cuerdas de la del quinto unos hermosos
carámbanos rosas que ayer eran jerseys recién lavados. Cuando salga el sol y se derritan, se
fundirán con el líquido azul en el que se van a convertir los tejanos
congelados de mi tendal, creando charcos
de color violeta con forma de corazón.
Todo empezó en otoño, cuando nuestra ropa caía como las
hojas y se enredaba sin remedio en el suelo del patio. Pero ni mis chaquetas ni
sus sudaderas lograron romper el hielo entre nosotros.
Estoy deseando ver lo que ocurre en primavera con nuestras
camisetas.
Intransigencias
Cuelgan de las cuerdas de la del quinto las llaves de casa
que, con poca puntería, me ha lanzado mi hermana. El portero automático no
funciona y a estas horas no creo que ningún vecino entre o salga por el portal.
Papá dijo que la próxima vez que llegara
tarde no me molestase en volver. Así que me acurruco en un banco explicándole en
silencio que no ha sido culpa mía, que cuando salía del instituto, aunque
intenté escaparme, aquel hombre me obligó a volver con él. Que he perdido los libros
pero tengo deberes para mañana. Que quiero hacerlos. Que me deje entrar. Que
tengo mucho miedo.
Relatos presentados a la semana 33 de la IX Edición de Relatos en Cadena. (http://escueladeescritores.com/concurso-cadena-ser/ )
Eva, son todos fantásticos, pero el último me ha puesto los pelos de punta.
ResponderEliminarMucha suerte par ala última de la temporada.
Besicos muchos.
Nani, a veces un matorral no nos deja ver el bosque. Suerte a ti también, guapa.
EliminarVaya cuatro cartuchos bien disparados.
ResponderEliminarUn abrazo, Eva
¿Cuál de los cinco es el qu eno te ha gustado? jajaja. Un buuen disparo es el que da en la diana. Y no es el caso. Besos y gracias.
EliminarVaya cosecha, esta claro que la frase te inspiraba y te daba pie a muchas historias muy distintas entre ellas. Lo cual está más que bien. Me han gustado: Tradiciones y Noticiero vecinal, sobre todo.
ResponderEliminarFelicidades!
Hola Luisa. Ya sabes, no solo depende de la frase sino también del espíritu. Me gusta explorar diferentes caminos, pero ni aún así doy con el bueno, oye. Gracias por leerme. Un beso grandote.
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