Llevaba foto en el
móvil, la referencia y los 14,99 (15 para ser exactos) en el bolsillo. Acerté
con la entrada y me aseguraron que encontraría
la salida, aunque enseguida noté que el lugar estaba diseñado para confundirse:
había rincones que invitaban a reposar, a leer e incluso a dormir. Pronto me obnubilaron
miles de colores y formas, ingeniosos sistemas, espacios imposibles e
intrigantes artilugios. Enloquecí: deseaba poseer muchos objetos que, de
repente, consideraba absolutamente imprescindibles en mi vida. A pesar de las
flechas, atajos y planos, pasé horas dando vueltas en aquel laberinto, sin
encontrar el BARNSLIG verde para el
cuarto de Martina, mientras llenaba la bolsa de tesoros y anotaba febrilmente números
con un minilápiz en un papelito, como
había visto hacer a un señor muy serio.
Me sentía feliz e
ilusionado cuando alcancé el final portando innumerables cajas y cachivaches.
Ni siquiera miré el importe cargado en la tarjeta; aquel bienestar no tenía
precio, pensé.
Pero Marga no
opinó igual: gritó hasta quedarse afónica y me echó de casa sin que pudiera
impresionarla montando aquellas maravillas. Lo peor fue que, cuando pregunté si
estaba enfadada por no haber encontrado el dichoso espejo, se había hecho la
sueca.
Relato presentado el mes de Junio en ENTC (Tema: En el laberinto)(http://estanochetecuento.com/40-perdicion-nordica-eva-garcia/)
Eva, un juego muy ingenioso con ese marca sueca de muebles, que sin duda es un laberinto una vez se entra, pues no es sencillo que uno salga como llegó.
ResponderEliminarSuerte con el concurso.
Abrazos.
Hola Nicolás, Pues yo no creo que llegue muy lejos, pero ¡enhorabuena por la mención este mes de tus Espejismos! Un abrazo.
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