Mensajes del agua
Hacía semanas que no
competíamos por encontrar la caracola más grande, la concha más bonita, la
madera más antigua.
Hacía semanas que el mar nos abrumaba con rastros de vidas
ajenas.
Los recogíamos, curiosos, aventurando historias felices,
imaginando existencias no tan lejanas.
No hablábamos de un mismo destino. No hablábamos de un
triste final.
Aquella familia sonriente de la foto arrugada se parecía a
la del alcalde. Hasta tenían un perro. La pareja enamorada de su bebé podrían
haber sido los nuevos vecinos. El bastón tallado no era tan diferente del que
tenía el abuelo, la muñeca despeinada, de la que aún me esperaba a mí cada noche apoyada en los almohadones de la cama. El chupete rosa enredado entre las algas nos
había encogido el corazón.
Guardábamos aquellos tesoros en una caja del garaje porque, inocentes,
deseábamos que algún día sus dueños vinieran a buscarlos. Y nos afanábamos en
recorrer la playa cada tarde para que el mar no volviera a apoderarse de ellos.
Hasta que encontramos a Ahmad.
Desde entonces nos prohibieron acercarnos a la orilla. Como
si en el fondo no hubiéramos imaginado ya de donde procedían todas aquellas
cosas. Como si no escucháramos las noticias. Como si no quisieran que viéramos
la realidad. Como si no quisieran verla ellos. Como si los mayores, los que
mandaban en el mundo, se fueran a ocupar de que aquello terminara y no volviera
a suceder.
Mi participación en la PMI 2016 http://lacolinanaranja.blogspot.com.es/2016/04/pmi-2016.html
Es precioso tu relato y doloroso como la triste realidad que nos está tocando vivir, ¡Qué sensibilidad la tuya!!. Espero que tengas mucha suerte, Eva.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Gracias Nani, me alegra que te guste. Mil besos a ti.
Eliminar¡¡¡Genial!!!, qué buen micro Eva. Has empezado contándonos esta historia como si se tratara del juego, de la aventura de dos chiquillos, para descubrirnos un triste homenaje a un niño, o a los tantos niños, ahogados en una injusta, sin sentido y mortal travesía. Has escrito un caso perfecto, de lo que tratamos de denunciar el día 20. ¡Ojalá llenemos la red!, ¡Ojalá que te confundas!, ojalá que tengas que desdecirte del final de tu relato.
ResponderEliminarUn beso, amiga, y gracias por escribir algo así.
Gracias Rosy guapa! El otro día pasé por tu pinar y aunque no tuve toempo de dejar huella, leí a tus niñas...a ver si vuelvo a pasar, porque me gustó mucho el contraste. Besos virtuales (de momento)
EliminarLa mirada de un niño capaz de destapar todas las vergüenzas!!!
ResponderEliminarGenial como siempre Eva!!! Nos oímos en septiembre en alguna final del REC, jajajaj...
Besosss!!!
Ojalá nos oigamos entonces! Los niños ven más que nosotros mismos muchas veces. Un beso y gracias lagarto.
EliminarTremenda visión infantil de una realidad que los mayores no quieren ver. Me gusta que sean como nosotros, pero quizás no, ojala fuéramos nosotros como ellos. Nos vemos en las alambradas, el 26J.
ResponderEliminarOjalá siempre conserváramos esa visión pura e ilusionada. En las alambradas lo comprobaremos. Un beso Javier.
EliminarEva, muchas veces si una imagen o un sonido no es noticia parece que no ha sucedido y no es así. Cuantos muertos anónimos se engulle el mar por nuestra desidia.
ResponderEliminarExcelente tu micro indignado.
Besos, Eva.
Gracias Nico. Quizá el camino sería evitar las causas en vez de tratar de poner remedio a los efectos. Falta mucha empatía y desinterés en este mundo. Besos y gracias por pasarte.
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