
Empezó a hacerme cosquillas en la barriga y, a veces, hasta me
daba pellizcos. Muchas noches no me dejaba dormir: me calentaba los pies y la
nariz para que me levantara de la cama.
Un día me cansé, porque me chupaba demasiada energía y me
daba mucha lata, y fui al médico a ver si me lo podía sacar, para meterlo en un
acuario o algo así. Pero después de hacerle una foto con una cámara de esas que
lo ven todo por dentro, negó pesaroso con la cabeza:
―Es mejor que te hagas su amigo para siempre ―me dijo.
El bicho, que parecía un pulpo, salía sonriente aferrado a
mi hígado saludando con una pata: estaba claro que no iba a dejar que lo
desalojaran por las buenas.
Desde entonces le llevo de excursión al mar y, mientras me empapo
de salitre azul, le cuento historias alegres esperando que se vaya, harto de mí,
por donde vino.
Relato presentado al tercer bimestre dedicado al día internacional de los océanos en el blog Esta Noche Te Cuento. http://estanochetecuento.com/10-monstruo-abisal-eva-garcia/
Me parece un relato tan positivo que merece dos grandes BESOS.
ResponderEliminarLos besos también son positivos, y necesarios. Y si son grandes más aún. Aunque no sea miércoles. Gracias chamán.
Eliminar