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martes, 1 de septiembre de 2015

La noche de los ciervos volantes

    Era uno de esos anocheceres mágicos del verano en los que, mientras la luz se diluye en violetas y naranjas, el calor por fin agoniza. La banda sonora, a cargo de la familia Gryllidae, acompañaba el impactante vuelo de decenas de Lucanus cervus entre los Quercus robur ; las siluetas de silenciosos quirópteros y Caprimulgus , daban vida al resplandor de la luna.
     Resultaba sorprendente la naturalidad con la que brotaban aquellos latinajos de mi cerebro, dado que ni siquiera recordaba mi propio nombre, ni sabía por qué me encontraba a esas horas en un bosque. No era menos intrigante el hecho de que mis manos sostuvieran una caja chorreando sangre y una pala.
     Levanté la tapa y vi un hermoso persa azul degollado… ¿Sería mío? ¿Sería de un vecino? ¿Sería la víctima de algún sacrificio?
     Lo que parecía indudable era mi propósito de deshacerme del cadáver. Así que, bajo una Castanea sativa centenaria, enterré al gato, arranqué una hoja de un cuaderno de campo que llevaba y, tratando de dignificar su tumba, escribí:  “Al Felis silvestris catus desconocido”.
    Después busqué otras pistas en los bolsillos que esclarecieran si mi verdadera identidad, presuntamente naturalista, se había entregado al satanismo. O viceversa.



Relato presentado a la quinta propuesta del 2015 a ENTC, tema: Epitafios, por el día de los difuntos. (http://estanochetecuento.com/la-noche-de-los-ciervos-volantes-eva-garcia/ )

7 comentarios:

  1. Y yo que te iba a dejar el gato... no sé, no sé, je je, mejor primero averiguas...

    Suerte, Salamandra, besotes.

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    1. Bueno, bah, la profesión tira, creo que puedes dejármelo con confianza. Oye, que esto de los epitafios a ti se te da mu bien, anímate. ¿Nos vemos? Espero que sí, para darte un abrazo salamandrero. De momento, besos anfibios y gracia pro tu visita ;)

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    2. A ver si me puedo arrimar que hace muchas noches que no me cuento nada, je je.

      De momento ciberabrazos de oso.

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  2. ¡Muy bueno, preciosa! Me encanta ese final lleno de intriga. Muchísima suerte, Eva.
    Mil besotes

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  3. Una cosa rara que me ha resultado entretenida. Recuerdo haber visto hace muchos años, por la zona de La Alberca, uno de esos ciervos volantes.
    Besos

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    1. ¿Cosa rara? anda, anda anda....¡jajaajaja! Besos gigantes

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