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miércoles, 12 de enero de 2022

Cosas que jamás regresan

 

 

  Fue suficiente para que la escarcha paralizara todo mi cuerpo impidiéndome reaccionar y querer seguir viviendo.

  Sentado en esta cornisa observo las uñas de mis pies, ya azules, resquebrajarse como un lago en invierno. Doy un golpecito al canalón de bajada y entonces ocurre: el meñique izquierdo se quiebra y cae al vacío. No siento dolor. No siento nada.

  Abajo, en el callejón, un gato atigrado se abalanza sobre mi carne atrapándola al vuelo. Otro gato se acerca, se relame y mira hacia arriba. Toma bonito, mascullo frotando el pie derecho contra la fachada. Una lluvia de dedos satisface su instinto cazador y mi hambre de diversión con sus cabriolas. Regalo del cielo, pienso. O del infierno.

  Solo fueron seis letras, tres sílabas, dos palabras. La T perforó mi frente como un berbiquí y una ráfaga de hielo atravesó mi cerebro; la E peinó una raya en zigzag hasta la nuca y un escalofrío cruel erizó cada vértebra de mi espalda. Las O se entrelazaron como serpientes de cristal dibujando unas esposas para maniatar mi alma congelada. Entremedias, tensó el arco de la D apoyando la lengua contra sus dientes perfectos para clavarme la I, punzante, letal, en el corazón. 

 

Relato presentado a la primera convocatoria de Esta Noche te Cuento 2022, inspirado en el frío 

( http://estanochetecuento.com/09-cosas-que-jamas-regresan/ )

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