Apostaría cualquier cosa a que odiaba bajar a la playa.
Juraría que deseaba introducirse en una caracola de esas que le gustaba recoger
en la orilla, como un cangrejo ermitaño, para, cobijada en el caparazón
laberíntico, desatar a solas su verdadero verano.

Presentía su necesidad de ser rescatada de la crueldad del
mundo. Y de sí misma.
Pero, sobre todo, era incapaz de no admirar el halo luminoso
que lucía tras la caricia de las olas, su
voz clara, la serenidad de su mirada al impregnarse de mar, la delicadeza de sus
dedos dibujando en la arena, el reflejo del sol en su pelo y aquel excitante aroma
a isla salvaje e inexplorada.
Y, desde mi puesto privilegiado, me preguntaba por qué
aquellos ojos tan bellos no eran capaces de encontrar en el espejo la hermosura
que yo saboreaba.
Relato presentado a la primera convocatoria de Esta Noche te Cuento 2020, inspirada en la belleza (https://estanochetecuento.com/el-socorrista/)
Es muy bonito, me encanta. Besos
ResponderEliminarMe alegra que te guste. Y que hayas encontrado el camino de vuelta. Besos.
EliminarNunca lo perdí, solamente me había desorientado un poco jajajajaja.Besos.
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