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jueves, 28 de abril de 2016

Macedonia mental

Había una vez una bruja que envenenó una manzana roja y brillante para dársela a una princesa. Y casi la mata. Hubo una vez una mujer que ofreció una manzana tersa y tentadora a un hombre. Y desató el pecado universal.
Esa princesa y ese hombre no reflexionaron, en su inconsciencia, que el rojo esconde peligro; el brillo, veneno; la lozanía, amargura; y la tentación, problemas. Eso decían los libros.

Fresas, cerezas y frambuesas no podían ser buenas. Higos, melocotones y plátanos escondían lujuriosas evocaciones. Limones y naranjas, esencias que transportaban a orientes paganos.

Hoy hay una niña que no come fruta. Por miedo. Por precaución. Por subconsciencia. Y languidece sin vitaminas porque guarda las manzanas amarillas, arrugadas e inofensivas, las que nadie quiere, para endulzar un futuro que quizá nunca le pertenezca.

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