Desde la nube
“Deberías airearte un poco”, me repetían continuamente. Pero
cuando me esfumé no supieron qué hacer con mis partículas.
El santo

Remedios
“Deberías airearte un poco” me recomendó el médico. Desde
entonces comencé a subir todas las tardes a la torre del campanario. Me ha cambiado
la vida: ahora ya sé dónde va Marta cuando dice que va a misa, por qué Felipe
ha dejado de hablarme y quién me mandaba los mensajes anónimos que me volvían
loco. Mañana subiré a airearme con la escopeta de caza.
Relatos presentados a la Semana 3 de la VIII Edición de Relatos en Cadena (http://escueladeescritores.com/concurso-cadena-ser/ )