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martes, 22 de abril de 2014

Yogur de fresa



   Cuando Miriam llegaba del colegio, siempre tenía preparada la merienda en el porche: pastelillos, emparedados, fruta fresca y aquella tarrina de yogur, que paladeaba cerrando los ojos. Yo, que la espiaba a través del seto de boj, nutría con su suerte mi rabia, con su hermosura mi odio, con su delicia mi tortura.
   Aquel día conseguí colarme en la finca en un descuido del chófer y me aproximé a la mesa donde, sola, picoteaba unas uvas. Me miró sorprendida, pero enseguida sonrió y me invitó a merendar con ella.
―Quiero eso― dije arisca, señalando el bol de crema rosada.
  Miriam soltó una carcajada y me miró divertida.
―No creo que quieras tomarte eso, de verdad. Es mi medicina y aunque mamá la disfrace y yo intente imaginar que está riquísima, tiene un sabor horrible.
   Y entonces me contó lo de su enfermedad, consiguiendo derretir totalmente mi envidia.


Relato presentado en Marzo de 2014 al primer I Concurso de microrrelatos 'La Radio en Colectivo'  de Mislata Radio (http://radioencolectivo.blogspot.com.es/)


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