
Mi afición a la entomología proviene de mi abuelo. Él era un
gran coleccionista de insectos. Bueno, y de todo. Apenas fui dos veces a su
casa porque vivía solo en el pueblo. A mamá no le gustaba que le visitáramos y
a él tampoco. Ella estaba empeñada en llamar a
un camión que se llevara todas sus colecciones y él la amenazaba con un
cuchillo y gritaba que le dejáramos morir en paz. Al final fueron unos vecinos
y la guardia civil los que consiguieron desalojar todas sus cosas, porque
decían que estaba enfermo. Se le habían escapado algunos bichos. Incluso ratas.
Creo que se le fue un poco de las manos lo del coleccionismo.
Por eso yo intentaba tener los míos controlados dentro del
cajón y, si alguno se movía, echaba insecticida. Como en la escuela nos insistían
en no maltratar a nadie, decidí no ser cruel y alimentarlos con sobras de
comida. Crecieron y se multiplicaron. Mucho. Parecían felices y yo también lo
era. Me sentía un dios.
Hasta que mi madre descubrió el origen de tantas moscas y cucarachas.
Gritó, lloró y se desmayó. Entonces comprendí al abuelo. Y busqué un cuchillo
para defender mi universo.
Relato presentado a la segunda convocatoria de Esta Noche te Cuento 2020, inspirada en los coleccionistas (https://estanochetecuento.com/herencias-2/)