Cuando regresé a casa aquella Navidad encontré los cadáveres
de muchas horas bajo los almohadones del sofá e, incrustado en su llaga, turrón de chocolate helado, como
una negra escarcha de lascas amargas.
Con pinzas y bisturí hurgué en la antigua
herida hasta convertirla en un coulant
de dulce hemorragia que sólo fue posible detener con el salitre nostálgico de mi
océano de lágrimas.
Desde entonces cada día se transformó en una salsa de
cristal oscuro y frágil que acompañaba las tajadas de la vida. Y me quedé para
saborear todo hasta el final, atacando con un plumero de luz las telarañas que
atrapaban el tiempo, decidido a defender la dulzura de todas las navidades que
nos quedaran por celebrar juntos.
uyyyyyyyyyy Eva, ¡te ha quedado de dulce!!
ResponderEliminarFeliz Año Nuevo bonita y que la vida te ofrezca muchos momentos preciosos.
Besicos muchos.
Feliz año a ti y los tuyos también, Nani. Bebámonos la vida a grandes tragos dulces. Besazos.
EliminarPrecioso, Eva
ResponderEliminarJo,muchas gracias Luis. ¡¡Feliz año!!
Eliminar