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sábado, 22 de junio de 2019

Amanece metrópolis


El pueblo impoluto

   Como una llovizna que resbala por el terciopelo de los albaricoques maduros, sin empaparlos ni limpiar su piel, el hombre del patio llora por dentro. Sin desahogo, como le enseñaron por nacer hombre. No le ha bastado descargar su rabia contra aquella muñeca rubia y rosa que tantas veces arrebató a su hijo y amenazó con quemar en la lumbre. El desconsuelo sigue intacto: sabe que Alejandro…Sandra, jamás volverá.
   El párroco enmudecerá las campanas. Los vecinos, cómplices silenciosos,  le esquivarán la mirada. El alcalde, compañero de cacerías y purgas de indeseables, esterilizará su conciencia con vodka. El alguacil, ejecutor a sueldo, jugará la partida como siempre en la taberna. Lo sabe bien. Pero hoy solo es padre, desgarrado por su propia trampa de intransigencia, víctima atónita del mismo fanatismo que enarbola.
   Se derrumba al explicar a su sollozante esposa en qué barranco tendrán que buscar el cuerpo, carne de su carne. Pero antes, llenará la cartuchera dispuesto a sembrar amapolas de venganza, con una soga enroscada en la cintura para expiar su culpa después y la foto de su hija junto al corazón.




jueves, 6 de junio de 2019

Croquetas de limón


 
 
  Siempre había detestado cocinar pero, tras la boda, lo asumió como un deber. Muy pronto empezaron a quedarse las cenas frías y Remedios, adalid de las limonadas, después de maquillarlas, fotografiarlas y colgarlas en las redes sociales, las repartía entre sus mascotas.
  El día que murió el último gato no se desanimó y decidió fomentar el veganismo  nocturno. Con su espíritu de reciclaje intacto, exploró ingredientes atractivos para inventar nuevas recetas. Descubrió que con cualquier hierbajo y dientes de león podía fingir preciosas ensaladas, perpetrar trampantojos de porrusaldas con las hojas caídas del parque o aparentar bizcochos de plátano con serrín y mostaza. Ya no existía la necesidad de que, además, fueran comestibles.
  Todo ello impulsó rápidamente y a bajo coste su éxito como influencer y dio alas a sus planes para huir de los fogones. Cuando, hasta en China, se puso de moda cenar sus bolitas de cítricos con pipas de girasol (vistosos y originales trozos de gomaespuma rebozada en arena gruesa), consiguió culminar su sueño.
  Como último gesto de responsabilidad conyugal compró un robot de cocina y lo dejó sobre el lecho antes de largarse para siempre. Estaba convencida de que su marido tampoco notaría la diferencia.



Relato presentado a la cuarta convocatoria de Esta Noche te Cuento 2019, inspirada en el color amarillo (http://estanochetecuento.com/4-croquetas-de-limon/