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viernes, 8 de diciembre de 2023

Amanece metrópolis

 


Ruido
 

 Desde la ventana observa al mestizo del hombre flaco y cuelga el teléfono sin despedirse.

 Squash…―musita mientras aprieta con rabia la raqueta de su marido y Tango empieza a ladrar excitado.

 El hombre flaco tiene la absurda costumbre de soplar un silbato cuand
o se acerca a las casas. Todos los perros del vecindario se unen en un coro de ladridos mientras su chucho arremete contras las verjas al oír la señal. Después, el hombre reparte los premios que lleva en el bolsillo para que callen. Nadie entiende por qué lo hace. Los vecinos maldicen su estampa cuando les despierta a las ocho de la mañana o a la hora de la siesta. Tal vez en su ilógico razonamiento pretenda ganarse la complicidad de los guardianes para pasar desapercibido algún día, sin darse cuenta de que consigue justo lo contrario.

 Como Luis. Que hace sonar el teléfono alterando la paz de la casa, que da explicaciones no pedidas sobre dónde está y a qué hora llegará con esa falsa jovialidad que usa para tratar a sus amigotes, que lo único que logra es encender todas sus alarmas para que vaya a buscar la bolsa de deporte y comprobar que miente. Que luego aparecerá silbando y dando portazos, con sus estúpidos bombones de licor o de praliné en la mano, como si no hubiera pasado nada. Que solo merece mil maldiciones. Que esta vez hallará la casa silenciosa, sin nadie que le espere,  la raqueta bien visible sobre la mesa, y la cama de Tango vacía en su rincón. 

 

https://amanecemetropolis.net/ruido/ 

sábado, 18 de noviembre de 2023

El Tragaluz

 

  Ya solo queda un ínfimo fulgor iluminando la alcoba inundada de noche. Proviene de la única estrella que has dejado brillar. A tu alrededor se acumulan sombras sin rostro, cenizas de ilusiones, esqueletos carbonizados de lo que un día fue tu vida, esa que perdiste persiguiendo un sueño imposible y desalmado.

  Y ahí está, a los pies de tu cama, ajeno a la oscuridad que te rodea, parloteando alegre, chisporroteando como siempre, feliz en su luminosa superficialidad, atrevido en su ingenua ignorancia. Ese sueño, una vez más. Hermoso. Deseable. Tóxico. Voraz. Absorbiendo lo que te queda de cordura, cercenando tus amarres a la tierra, apagando tu existencia, poco a poco, con su inalcanzable perfección. Robándotelo todo. Extinguiendo tu destello.

  Y aun así, no logras apartar los ojos de su halo multicolor mientras agonizas en las tinieblas.

 

 

 

 Relato presentado a la octava convocatoria de Esta Noche te Cuento 2023, inspirado en Acta est fabula (Plauto) La función ha terminado.  ( https://estanochetecuento.com/08-el-tragaluz/)

 

domingo, 1 de octubre de 2023

El secreter

 

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  Ahora, que estoy inmóvil sobre el abismo, te sientas a mi lado.

  Tu rostro, una mezcla opaca de indiferencia y sentido del deber, no muestra rastro de emociones. Comienzas tu catarsis dibujando la historia de nuestra vida en el aire aséptico de la habitación.

  Ahora, que ya no me alcanza el habla para replicar.

Me asombran los capítulos donde nuestros recuerdos divergen de tal modo que me pregunto con quién vivías, con quién viví en realidad.

  Ahora, que no viviré más.

  No te reconozco en las hazañas que guardabas bajo esa tapa de caoba, ni me veo en las valoraciones que escondías en el  cajón inferior derecho. Sacas papeles apolillados que huelen a rancio, arrugas fotos de los niños, despliegas un mapa de rutas fallidas y atajos infames. Del cajón superior izquierdo sale ella, envuelta en flores y purpurinas.

  Ahora, cuando ya no importa.    

  Supongo que tanta confesión limpia tu conciencia y me miras de reojo. Esforzándome mucho, rozo el colgante que jamás me quité. Es imposible que lo hayas olvidado.  Entonces  te siento juguetear con la llave del cajoncito secreto y liberar las mismas hormigas que ambos sentimos aquella tarde bajo la piel.

  Ahora ya, por fin, puedo desaparecer

 

Relato presentado a la séptima convocatoria de Esta Noche te Cuento 2023, inspirado en On omnis moriar. (Horacio) No moriré del todo (https://estanochetecuento.com/06-el-secreter/)

viernes, 8 de septiembre de 2023

Amanece metrópolis

 Almohadillas

  Salió de la consulta con una sonrisa tranquilizadora de #supermamá para que los niños #infanciafeliz no se asustaran. No había podido dejarles con su madre #abuelachachi esa tarde, precisamente esa. Les había prometido que irían después a la heladería de la plaza #Pecadosicecreams, y hacia allí se dirigieron y se sentaron en la terraza. El sol iluminaba los edificios y la gente parecía feliz en #mibarriobonito, pero estaba segura de que solo era  #postureoforever. Paula  pidió una tarrina de fresa, Dani de vainilla, #tanigualesytandistintos, y ella decidió mandar de golpe a la mierda todos los martirios a los que se sometía ―#azúcarzero, #lahoradelgym, #ensaladaeveryday, #cuarentonasbuenorras― y comerse un cucurucho doble de chocolate con nata. 

   Reprimió una lágrima de #estoydebajón. ¡Qué porquería de vida! Miró a sus hijos y se mordió el labio. No les diría nada, por supuesto. Ni a su familia. Ni lo compartiría en el grupo de amigas de Whatsapp (#todascontigo, #tequeremos, #túpuedes). Nada de dar pena (#miprimeraquimio, #losuperaré). Mantendría sus perfiles en redes para que nadie sospechara. Aunque no le apeteciera, aunque se muriera por dentro. Como cuando lo de Andrés.

Porque saldría adelante, pero si su imagen virtual #Sandraereslomás se rompía, no tendría fuerzas para etiquetar todos los pedazos.

 
 
https://amanecemetropolis.net/almohadillas/
 

sábado, 19 de agosto de 2023

El procrastinador

   Se había convertido en una obsesión: su especialidad era el último minuto, incluso el último segundo. Jamás disfrutaba del camino, del proceso, de la elaboración. Se ufanaba de ser el más templado ante el peligro, el más tranquilo en el trabajo, el más listo ahorrando tiempo y esfuerzo. Competía contra otros y contra sí mismo por alcanzar récords absurdos. 

  Hasta aquel día de verano que le picó una avispa y nadie se inmutó cuando cayó sin vida, con la lengua monstruosa, la garganta hinchada y la aguja para inyectarse la adrenalina a un milímetro de su piel.

 

 

 


Relato presentado a la sexta convocatoria de Esta Noche te Cuento 2023, inspirado en Potius sero quam nunquam (Tito Livio) Más vale tarde que nunca. (https://estanochetecuento.com/06-el-procrastinador/ )

lunes, 24 de julio de 2023

Trayectorias

 

   No fui consciente de la huella de mis primeros pasos, cuando aún desconocía de qué iba el mundo. Después pasé años corriendo, abriendo senderos, despreocupada de lo que quedaba bajo mis zapatos, hasta que aprendí que cada pisada repercute en algo o alguien. Hubo un tiempo en el que me aseguraba de que no hubiese ni una hormiga en mi camino, arrepentida de todas las que inconscientemente había aplastado. Pero acabé arrastrando los pies, cansada de ser responsable entre tanto indiferente, llevándome por delante lo que se interpusiera, sin mirar atrás. Ahora observo cómo huyen las culebras y los escarabajos cuando me acerco, pero también los pájaros y las mariposas: la hierba se tumba, las piedras ruedan, el barro delata mi ruta y el horizonte me espera, siempre inalcanzable, sea cual sea el camino que dibuje el  ritmo lento de mis piernas ya cansadas.

  Hoy, desde la mecedora, persigo hipnotizada los calcetines dispares que mi nieta se empeña en ponerse, para desesperación de su madre, mientras bailotea sobre la alfombra. Uno rojo y uno verde; uno azul, otro amarillo; el derecho blanco, el izquierdo rosa. Y suplico que la vida jamás le haga renunciar a su andar libre y alegre.

 

Relato presentado a la quinta convocatoria de Esta Noche te Cuento 2023, inspirado en Aut viam inveniam aut faciam. (Aníbal) (https://estanochetecuento.com/31-trayectorias/ )


viernes, 30 de junio de 2023

Amanece metrópolis

Imagen de Nos Nguyen en Pixabay


Salomé

  A veces presiento tras la ventana la sombra turbulenta de la fábrica abandonada, de su esqueleto de chimeneas erectas que me hacen pensar en el día que la rescaté. Habíamos quedado Antolín, Felipe, Roque y yo en el viejo almacén de bobinas. Allí, tras un bidón vacío, escondíamos las revistas y los cigarros, y pasábamos las horas explorando juntos la supuesta hombría bizarra de los quinceañeros.

  Ese sábado, Felipe, cansado  de inspirarse con el manoseado papel couché de siempre, sacó la foto del bolsillo. Esa foto en la que papá te abrazaba en la playa, ambos erizados y mojados de mar. Quizá se la diste tú, jamás pregunté cómo la había conseguido. Le pegué un puñetazo chorreante de rabia, se la arrebaté y salí corriendo. Aquella tarde perdí un amigo y quedé como defensor de un honor familiar que me importaba un carajo.

  Años después , cuando padre solo es un montón de cenizas y tú ya ni me hablas,  aunque madre se suicidara por culpa de  vuestra traición, aunque tiempo atrás recortase tu cuerpo de sirena y lo pegara junto al mío, aquí sigo, atormentado por la inmortalidad de ese abrazo que jamás logré que me dieras a mí.

 

https://amanecemetropolis.net/?p=57038 

 

martes, 23 de mayo de 2023

Acecho y derribo

  Más allá de la curva del mundo hay un hombre marrón robando miel a las abejas que anidan en un castaño centenario. Inmutable, fuma un cigarro apestoso mientras rebaña hasta la última gota dorada. Decenas de gatos verdes vigilamos sus movimientos sin decir ni miau. Estamos acostumbrados a ver lagartos hurgar en las entrañas de los exhaustos y culebras que chupan la sangre a los inocentes.

 

  Después, con un velo en la mirada, se dirige como un autómata a un árbol cubierto de caracoles para recolectarlos en un saco. Su alma huele a amor podrido, a ego absoluto, a ambición insaciable. Esperamos pacientes que cometa un error para abalanzarnos sobre su rostro y sacarle los ojos. Lo hemos hecho otras veces, pero hay que tener cautela. Este tipo de bestias prepotentes suele cubrirse bien las espaldas.

  Entonces, una niña blanca, como de nata, aparece cantando por el camino. Al hombre se le ilumina la cara: por fin un gesto de debilidad. Tensamos nuestras patas, afilamos las uñas.

  Sin pensarlo demasiado le ofrece miel, le enseña los caracoles. Cuando abre su saco gris llega el momento. Un coro de maullidos le acorrala ensordeciendo su credibilidad, juzgando sus intenciones.

 Ya es nuestro.

 

 

Relato presentado a la cuarta convocatoria de Esta Noche te Cuento 2023, inspirado en Homo solitarius, vel est deus, vel bestia (Aristóteles)  (https://estanochetecuento.com/02-acecho-y-derribo/ )


viernes, 28 de abril de 2023

Amanece metrópolis


 Almas esteparias

  No, no le gustaba dar besos. Ni abrazos. A veces, hasta gruñía si alguien se acercaba demasiado. Sobrevivió de algún modo al instituto, a las comidas familiares y a las reuniones de trabajo cuando consiguió uno. Era eficiente y productiva si nadie se metía con ella, así que todos se acostumbraron a dejarla en paz.

  Tampoco le importaba en absoluto que la llamaran cardo borriquero: había visto en internet que eran unas plantas preciosas de flores moradas con interesantes propiedades. De hecho, se inspiró en ellos para teñirse el pelo de violeta y moldear estrafalarias crestas con gomina, cada mañana, sobre su cabeza. También comenzó a usar pulseras con pinchos de metal y hasta un collar de perro para el cuello de similar hechura. Sus colores favoritos para vestir eran el verde agua y el beige cáñamo seco, según la estación,  y no desdeñaba flecos e incluso enganchones y desgastes estratégicos en su ropa.

  Una tarde, mientras paseaba por su descampado favorito, divisó a lo lejos a un desconocido con un gorro rojo y negro que caminaba cabizbajo y con aire somnoliento entre las espigas. Sus senderos se iban a entrecruzar irremediablemente, pero en vez de apartarse campo a través, siguió adelante, curiosa, atraída por aquel muchacho que parecía una amapola mustia. Cuando llegó a su altura, él levantó la mirada sorprendido y se ruborizó. De algún modo se reconocieron el uno en el otro y se saludaron tímidamente, con un gesto, antes de continuar su paseo. Desde entonces, a diario y a la misma hora, ambos siguieron coincidiendo en aquel paraje árido, sin darse plantón ni una sola vez. Un día, el chico amapola cambió el sentido de su marcha y la acompañó durante un rato sin decir palabra. Otro día fue ella la que recorrió la senda inversa a su lado. Cuando se acostumbraron a estar el uno con el otro se presentaron formalmente. Al cabo de dos meses se cogían de la mano para avanzar juntos por el mismo camino, ella con miedo a desgarrar aquella relación, él con terror a aburrirla hasta el sopor con su presencia. 

  El sábado de la gran tormenta no encontraron ningún sitio donde refugiarse. El agua desmoronó todas las púas de la cabeza de ella y el viento arrancó el sempiterno gorrito de la de él. Sus ropas caladas adquirieron el mismo tono y se abrazaron para protegerse junto a una roca, ella deseosa de dormir con él, él deseando sentir en su piel el roce de las espinas de ella. Cuando escampó, apenas quedaba nada de sus máscaras respectivas. Se miraron a los ojos y comprendieron que, después de haber compartido aquellos momentos de intimidad y relativa desnudez, ya nada podría separarlos.

 

https://amanecemetropolis.net/?p=56511