Siempre había detestado cocinar pero, tras la boda, lo asumió como un deber. Muy pronto empezaron a quedarse
las cenas frías y Remedios, adalid de las limonadas, después de maquillarlas, fotografiarlas
y colgarlas en las redes sociales, las repartía entre sus mascotas.
El día que murió el último gato no se
desanimó y decidió fomentar el veganismo
nocturno. Con su espíritu de reciclaje intacto, exploró ingredientes atractivos
para inventar nuevas recetas. Descubrió que con cualquier hierbajo y dientes de león podía fingir preciosas ensaladas, perpetrar trampantojos de
porrusaldas con las hojas caídas del parque o aparentar bizcochos de plátano
con serrín y mostaza. Ya no existía la necesidad de que, además, fueran
comestibles.
Todo ello impulsó rápidamente y a bajo
coste su éxito como influencer y dio
alas a sus planes para huir de los fogones. Cuando, hasta en China, se puso de
moda cenar sus bolitas de cítricos con pipas de girasol (vistosos y originales
trozos de gomaespuma rebozada en arena gruesa), consiguió culminar su sueño.
Como último gesto de responsabilidad
conyugal compró un robot de cocina y lo dejó sobre el lecho antes de largarse
para siempre. Estaba convencida de que su marido tampoco notaría la diferencia.
Relato presentado a la cuarta convocatoria de Esta Noche te Cuento 2019, inspirada en el color amarillo (http://estanochetecuento.com/4-croquetas-de-limon/)
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