Nadie podía acercarse de día: el
acantilado estrellaba cualquier helicóptero, hacía naufragar todo
tipo de embarcación, perdía o arrojaba al mar a los que trataban de
escalar sus rocas.
Y de noche escondía el faro para que
nadie pudiera localizarlo y tomarlo a traición. Fue la única manera
de que el último albatros dorado terminara sus días de extinción
con dignidad.
CLARIVIDENCIA
Para que su cuerpo de ninfa se
transformase, por fin, en la espléndida criatura que todos deseaban,
solo hacía falta que el salitre barnizara su piel. Por eso,
aterrorizada, jamás quiso acercarse a una playa.Relatos ganadores del concurso Expressando en su tercera edición. Foto de Saray Malo
http://estanochetecuento.com/3-o-concurso-expressando/
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