Enanas, gigantes, marrones y rojas: incluso destinadas a pudrirse entre nubes de moscas, eran hermosas. O eso pensó Manuel, que entonces era un niño de alma maleable e imaginación efervescente. Al morir la abuela Leonor, todos insistieron en que había ido al cielo; pero afirmaron exactamente lo mismo de su padre cuando el pesquero en el que faenaba fue engullido por la galerna. Aquello desdibujó para siempre el horizonte en su cerebro tierno y comenzó a confundir buzos con astronautas, el azul índigo del cielo con el cobalto del océano y el frío gélido del abismo con el glacial del universo.
Por eso, setenta años después, cuando su Mariola se cansó de respirar, encontraron la cachava de Manuel clavada en la orilla y unas huellas dirigiéndose hacia lo más profundo.
(A MMM)
Relato presentado a la tercera convocatoria de Esta Noche te Cuento 2023, inspirado en Sic itur ad astra de Virgilio (https://estanochetecuento.com/paraisos/)
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