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viernes, 8 de abril de 2022

Amanece metrópolis

 

Efecto Zeigarnik 

 

   ¡Estoy en casa!vociferó mamá abriendo las cortinas de flores para que la luz espantara a los ratones.  Lola y yo corrimos incrédulos hacia la sala. Nos quedamos mirándola como lo que era, una hermosa aparición, sin saber si podíamos abrazarla o debíamos avisar a papá. Olía a tréboles, y había dejado un reguero de arena de río desde la ventana hasta la mecedora, donde se sentó a tejer.  No nos atrevimos a preguntarle cómo había vuelto del lecho rocoso en el que dormía rodeada de peces desde hacía semanas. El porqué parecía claro: aquel jersey rosa de punto inglés estaba sin terminar y ella jamás podía dejar a medias ninguna de sus labores.




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