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domingo, 20 de febrero de 2022

Hombrecitos

 

  «Soy una hormiga», musita Jaime con la mejilla contra el suelo. Una hormiga. Pequeña, frágil, perdida e inútil sin el rastro de las compañeras. El brazo retorcido duele, las rodillas desolladas escuecen.

  Escucha las risas, imagina la boca preparada para escupirle: «¡Más alto!»


  Y Jaime aprieta la mandíbula con la fuerza de una hormiga, y piensa en todo el peso que puede levantar y en el ácido que inocula al morder. Y después da una patada que coge desprevenido al Jirafa, se pone en pie y grita: «¡SOY UNA HORMIGA!»,  y le hace la llave que aprendió el viernes en judo y le inmoviliza. Y aparecen hileras negras de todos lados. Miles, millones, uniendo su fuerza descomunal para agujerear la piel lechosa del Jirafa, cubriéndole con una capa viva, negra, brillante, ahogando su furia al inundar su boca, sus oídos, sus ojos. Y Jaime se siente el dios de las hormigas, porque han acudido a su llamada para salvarle. Y, por primera vez, es gigante.

  «Soy una hormiga». Y nota las babas en la nuca y el asco le recorre: por el Jirafa, por sí mismo, por este mundo de mierda donde el pez grande siempre se come al pequeño.

 

Relato presentado a la segunda convocatoria de Esta Noche te Cuento 2022, inspirado en gigantes (https://estanochetecuento.com/11-hombrecitos/

 Y gracias a Raúl Luna por poner voz a mi relato en sus Lecturas del abu  https://go.ivoox.com/rf/87224183

1 comentario:

  1. Buen intento, Salamandra.

    La moraleja final no puede estar mas de actualidad, desgraciadamente.

    Un saludo.

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