―¡Despierta! ― creyó escuchar en el eco cuando el silencioso
quebrantahuesos sobrevoló el rompedero arrojando un fémur de muflón.
El ruido blanco del valle la había desorientado adormeciendo
sus sentidos. Se volvió para no encontrar al rebaño de cabras que creía haber
estado pastoreando. Miró al frente y no halló al grupo de amigos con el que iba
de excursión. Ladera arriba no estaba el refugio desde el que había temido
despeñarse. Abajo, en el cauce del río, no la esperaba una canoa naranja para
hacer rafting.
Se sentó en una piedra con la existencia embrujada. Y
pasaron segundos enteros hasta que sintió las patitas verdes trepando por su
pierna y los ojos viejos del lagarto ahuyentando las nieblas de aquel hechizo de soledad.
Una aportación especial para los Viernes creativos . ¡Felicidades Bárbara!
Qué maga eres,me ha encantado!!
ResponderEliminarBesicos muchos.
Y tú que maja! Muacs!!
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