El hombre del saco
Ya no podíamos contar con él: los niños se mofaban cuando le
invocábamos y no le tenían miedo ninguno. Su sombra había cambiado desde
aquella tarde en la que el sol se puso al revés. Solo la suya, nada más, como
si fuera el precio de haber sido un personaje injustamente inventado. Y los niños son listos: enseguida
se dieron cuenta de que aquella forma oscura que le seguía ni tenía saco ni asustaba. Así que el hombre
tuvo que cambiar de profesión y decidió dedicarse a socorrer ancianitas en
apuros. Todos le agradecimos el gesto, pero no logramos encontrar un sustituto
que llenara su vacante.
Raigambres
Ya no podíamos contar con él: los ratones habían roído las
bolas de madera y los alambres desnudos temblaban de desconcierto. Así que el
abuelo se rindió por fin ante la evidencia y se resignó a que compráramos una
calculadora. Costó cuatro meses más convencerle
de que, también, necesitábamos pilas para que funcionara.
Relatos presentados a la semana 28 de la VIII Edición de Relatos en Cadena. (http://escueladeescritores.com/concurso-cadena-ser/ )
Perderle el miedo al hombre del saco está bien, si no fuera porque va asociado a otro montón de inocencias perdidas... snif. Je je.
ResponderEliminarQué ternura la de ese ábaco desdentado, temblando...
Besos, Salamandra.
Que no perdamos nunca la inocencia osito, ni cuando estemos como el ábaco.
EliminarBesos anfibios.
Veo que la frase te ha invitado a echar la mirada atrás, y el viaje ha sido provechoso. Me da que al hombre del saco pocos lo echaremos de menos. El segundo te quedó muy tierno.
ResponderEliminarFelicidades.
Un saludo.
Hola Alfonso, gracias por tu visita. Hoy día siguen existiendo muchos tipos de hombres del saco, me temo. Un abrazo fuerte.
EliminarNo hay sustituto para la pérdida de la inocencia, quizás sólo la vejez, como fin del bucle y como bien reflejas en el micro. Besotes
ResponderEliminarRaquel, que bien me lees, cielo. Un besazo.
EliminarEl hombre del saco y el ábaco: dos reliquias recicladas en forma de relatos. Muy bien.
ResponderEliminarHola Edita, si es que los años no pasan en balde...Un abrazo.
EliminarEl hombre del saco me ha gustado, pero los "alambres desnudos temblando de desconcierto" me han conquistado. Qué nostalgia y con qué sencillez evocas tantos lugares comunes, Eva. Muy bonito.
ResponderEliminarBesos
Hola guapa, a ver si la vida deja de darme empujones y puedo volver a visitaros a todos. Un besazo y gracias por estar aqui siempre un ratito.
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